EXTRA No.2 - SEPTIEMBRE 1 - PARO CAMPESINO

PARO…EN PAUSA
APROXIMACIÓN A UN ANÁLISIS DESDE LOS TRES ESCENARIOS, NACIONAL, REGIONAL Y LOCAL

Por: Guillermo Torres Mojica
 
ESFERA NACIONAL
   El Paro Nacional Agrario llegó realmente a las noticias nacionales cuando se vieron bloqueadas las vías, especialmente las que conducen al departamento de Boyacá. Al principio se informó de manera tangencial, hablando de un “paro de paperos” que se rebelaban por el incumplimiento de algunas ofertas hechas por el gobierno ante la amenaza de un primer conato de paro que interrumpió por unas horas el transito vehicular hace algunos meses. Más tarde cuando los desmanes del ESMAD en el primer intento de sofocar el paro por la fuerza, se hicieron públicos a través de las redes sociales, la prensa le dio un poco más de atención, encontrando en el movimiento campesino no solamente a los paperos sino a los cafeteros, los cebolleros, a los lecheros y a los pequeños y medianos mineros. Mas adelante descubrieron que el paro no se realizaba solamente se realizaba en Boyacá sino en Cundinamarca, Nariño, Cauca, Caquetá, Putumayo y el Huila.
   Tanto el gobierno nacional, que acababa de negociar el paro en el Catatumbo y que estaba negociando el final del paro Minero, como los medios de comunicación masiva, se percataron tardíamente de la magnitud de los hechos que estaban por venir. La mesa de la Habana recién había pasado una crisis y las movidas políticas en términos generales estaban a favor del Presidente. Todo ello llevó en medio del paro a decir al Presidente, “no hay paro”. Y ahí fue Troya. Los dirigentes del paro como respuesta arreciaron sus declaraciones agudizando el conflicto y motivando a muchos sectores campesinos que estaban al margen de los acontecimientos a sumarse al paro.
   Entretanto el movimiento o “revolución de las ruanas” (como se identifico al movimiento en las redes sociales) comenzó a tocar fibras ocultas en toda la sociedad, quien una vez sensibilizada,  decidió apoyar el paro de manera frontal. Las redes sociales, quienes en esta oportunidad han sido las grandes protagonistas, se encargaron hora a hora, día a día a promover la solidaridad con los labriegos en paro.
   Ante lo insólito de los hechos, en las redes sociales y el internet se inicia un movimiento virtual de apoyo al de los campesinos y en rechazo al desmadre de la fuerza pública. A la velocidad de los bytes la solidaridad de los colombianos se transforma en una inmensa avalancha invisible pero incontenible. Todo se sabe. Las fotos, las consignas, los hechos en tiempo real gracias a la tecnología no están solo a la mano y manipulación de los grandes medios, ahora todos los ciudadanos somos periodistas, todos opinamos, todos somos los testigos de una realidad que ya no admite intermediarios y no puede ser interpretada de manera imparcial como siempre ha sucedido. La verdad es tozuda y no miente cuando se transporta rauda entre millones de móviles personalizados. Una nueva y tremenda revolución se hace evidente.
   El primer fin de semana el round lo ganaron de lejos los manifestantes, quienes fueron objeto de un intento para desalojarlos de sus puestos por parte de la fuerza pública con una violenta arremetida. El lunes siguiente la situación se había agravado. Las fuerzas del SMAD en su accionar habían dejado un sinnúmero de heridos en varias poblaciones boyacenses y por supuesto también recibido la respuesta de las comunidades. Como resultado, la furia colectiva, los primeros actos vandálicos por parte de los infiltrados y el gobierno alarmado declara desde Bogotá que “el paro si existe”.
   En el entreacto se llevó a cabo el famoso “cacerolazo”, que tuvo un eco nacional y mostro pacíficamente que la nación entera se unía al paro y que la “revolución de las ruanas” contaba con su apoyo, escribiendo así una página inédita en la historia reciente tanto del país como de la región. Como medida de contención, el Presidente Santos se dirige a Tunja para tomar cartas en el asunto apaciguando los ánimos con el envío de sus ministros y el equipo negociador.
   Con esta actitud, con el reconocimiento público de la “justicia” del movimiento campesino y con la aceptación de los excesos de la fuerza pública, el gobierno demostró  un cambio de política y principalmente su voluntad para conseguir una solución negociada del paro. Por supuesto la ocasión fue aprovechada por varios sectores que tenían temas pendientes con el gobierno. Algunos de ellos sinceros, como el movimiento estudiantil, los movimientos sociales y la ciudadanía consciente, y otros no tan sinceros y francamente hostiles con el gobierno, como los nuevos movimientos políticos con ganas de pescar en río revuelto. Además se sumaron los grupos anarquistas de siempre, que son utilizados como idiotas útiles por todos los sectores interesados en desestabilizar el gobierno de turno; pero en esta oportunidad su objetivo evidente fue tratar de torpedear los diálogos de paz del gobierno.
   Con todos estos ingredientes se llevan a cabo las marchas del jueves 29. Resultado lógico y esperado, el desmadre de las marchas, la filtración de todo tipo de fuerzas oscuras, conscientes de que con su accionar le quitarían no solamente base social al paro, sino que obligaban al gobierno a imponer el orden con la fuerza y de paso desprestigiar al Presidente Santos y boicotear la alcalde Petro quien apoyaba el movimiento. Jugada a tres bandas.
   Mientras tanto, mientras se incendiaba el país, los que todos sabemos, en el silencio cómplice, cobijados con el manto de su falso patrioterismo y frotando felices sus sucias manos. Reuniéndose lo más lejos posible para continuar planeando la retoma del poder. Sabiendo en lo profundo de sus negras conciencias, que muchos de los grandes problemas nacionales, en especial los del campo, planteados por los campesinos y el pueblo en general, fueron sembrados por ellos.
   Y así termina una semana histórica para los colombianos. Sin ningún ganador. Todos vencidos. Con la incertidumbre de un paro, que como espada de Damocles pende de los hilos delgados de las distancias astronómicas de unas élites que lo tienen todo y de quienes depende todo, y las grandes mayorías de colombianos que no aguantamos más la pobreza, la injusticia, la inequidad, la prepotencia, el olvido y sobre todo la invisibilidad a cual hemos sido sometidos por centurias.

ESFERA REGIONAL
   En el caso boyacense, el destino nos tiene predestinados para hacer respetar los valores patrios que nos han caracterizado. El Taller de la Libertad. Tremenda misión. Pero esta vez con los campesinos como nuestros líderes. Ellos no solamente nos han demostrado el valor civil de la protesta ante la injusticia, sino la inteligencia, el pulso, la templanza y su fuerza.  La confianza en su transparencia y su honestidad debe ser a prueba de todas las suspicacias.
   Las exigencias de su lucha, que ya es la de todos, son contundentes  y no admiten cambio alguno. No al los TLC, no a los elevados precios de los insumos agrícolas, rebaja sustantiva a los combustibles, condonación a los préstamos bancarios, no a la importación de alimentos producidos en el país y control total al contrabando de alimentos. Todo lo anterior debe conducir a un nuevo modelo de desarrollo integral para el agro colombiano, un cambio radical de las políticas actuales, las que han conducido a la quiebra del campo.
Por lo tanto esperamos en primer lugar, el apoyo de la clase dirigente regional, quienes ostentan el poder con los votos de todos nosotros, en especial los de los campesinos que son la gran mayoría de sus votantes. Todos, sin excepción, los congresistas boyacenses, los gobernantes y la clase política deberán demostrar su solidaridad no solamente con los dirigentes campesinos y sus exigencias en la mesa de negociaciones, sino garantizar su seguridad, la de sus familias y la de sus cercanos colaboradores.
   En segunda instancia, reconocer la importancia y el protagonismo en estos momentos de la sociedad civil, quienes debemos conformar un círculo fuerte, unido y organizado, alrededor del movimiento campesino para respaldarlo, y paralelamente hacer una veeduría rigurosa a todo el proceso. Eso si desde la civilidad, la NO VIOLENCIA y el respeto a la autoridad representada por el Estado. Y de igual manera vigilar con lupa la posible filtración de elementos disociadores y violentos, denunciando a las autoridades cualquier intento o acción por parte de ellos.
   Procurar generar mecanismos para que, si nos vemos abocados a otra crisis como la vivida las semanas anteriores, se pueda garantizar por parte de los organizadores del paro, el tránsito interdepartamental de ambulancias, de combustibles, gas y de alimentos básicos de la canasta familiar, con énfasis de los producidos en el departamento. No podemos resultar castigados todos los boyacenses a cuenta de los verdaderos culpables de las funestas políticas agrarias quienes nos condujeron a los TLC.
   Finalmente, ser consientes de que la situación es compleja, que las negociaciones, dado su importancia no son de un día para otro. Comprender que aunque el gobierno tenga voluntad política para la solucionar los motivos del paro, tendrá que enfrentar muchas dificultades, en especial las provenientes de los extremos ultra (derecha e izquierda) de la sociedad. Y tener presente que la coyuntura histórica amerita todo el discernimiento, toda la disciplina social, toda la solidaridad, toda la  generosidad, toda la valentía y sobre todo, el reconocimiento del liderazgo de nuestra clase campesina, que ha soportado por siglos el peso de la cruz, de las mayores injusticias económicas y sociales.

ESFERA LOCAL
   El Municipio en principio es la célula primordial del tejido político, social y económico la Nación. Y desde esta perspectiva tenemos que comprender que en los actuales momentos, adquiere una importancia trascendental.
   Se dice que toda crisis, conlleva a una oportunidad. Y esta crisis de los trabajadores del campo nos presenta la oportunidad de repensar y mirar de cerca la realidad del campesinado en nuestros municipios. Tenemos que reconocer que esta mirada no está dirigida a ellos. Que nos asisten como prioridad muchos otros aspectos. En el caso de Villa de Leyva, el auge y desarrollo del turismo y la industria de la construcción, acaparan los intereses y las políticas. Ante la avalancha de demanda de tierras y el afán urbanístico, estamos presionando la salida de los campesinos. Al haber aprobado un POT en el cual se define como la vocación principal del municipio al turismo, le dimos un acta de defunción al sector agropecuario. En su afán se olvidó que en el sector rural habitan más del 70 % de los habitantes del municipio, que los campesinos pese a todo, son la mayoría. O si no, preguntémonos quienes son los que eligen alcalde y a los concejales.
   Mirando más a fondo la realidad podemos ver que la economía del municipio depende de tres actores, en su orden de incidencia, el turismo, la construcción y el sector agrícola. Lastimosamente completamente desarticuladas entre si.
   El turismo, aunque parece ser la más fuerte de las tres, es la mas frágil. Como lo pudimos ver en estos días de bloqueo. Bastaron unos días para tener el sector en una crisis tan seria que si se prolongan los bloqueos, un gran porcentaje de esta industria quedará mortalmente herida. Y recordemos que la mayoría de la población dependemos de ella.
La construcción, es un sector fuerte y estable. Ofrece empleo en cierta medida y es responsable de buena parte de la sostenibilidad económica del municipio. En el paro sufrió escasez de  cemento y en los últimos días de otras materias primas fundamentales.
   Paradójicamente el sector más afectado con el paro ha sido el sector de la agricultura. Toneladas de tomate (el cultivo principal) se perdieron y no pudieron ser sacados a los mercados. La cebolla el segundo renglón en importancia también sufrió el mismo destino. Los agricultores se encuentran no solamente quebrados sino que las deudas bancarias no esperan y amenazan sus propiedades hipotecadas a los bancos. El paro los afectó de una manera suicida. Como siempre llevaron del bulto.
   Sin lugar a dudas, el panorama es bastante sombrío y se oscurecerá más si no se logran acuerdos prontamente. La verdad sabemos cuando comenzó el paro, pero no sabemos cuando termine. Nos encontramos ante la incertidumbre total y en manos de factores que escapan a nuestro control. Menos mal que mientras no nos filtren agentes externos desestabilizantes (ojo), circunstancia que amerita nuestro control civil y de parte de las autoridades, en general la sociedad es pacífica y moderada.
   Puesto que existe la posibilidad de un recrudecimiento del paro y el consabido cierre de vías, es recomendable la conformación de una mesa de crisis para la atención del paro; escenario donde tendrían que estar presentes los principales representantes de la comunidad villaleyvana. Autoridades, civiles y eclesiásticas, representante de los diferentes sectores de la economía, la comunidad educativa, los medios de comunicación, las juntas de acción comunal, en fin todos los líderes locales, con el fin de analizar la amenaza, mitigar los riesgos y dar solución a los problemas internos que puedan surgir en el desarrollo de los acontecimientos. Mas vale prevenir que lamentar.
   Finalmente, no olvidar que el paro no se ha terminado, recordar que se encuentra en pausa, en un frágil y vulnerable receso y que si bien es cierto todos sin excepción, deseamos fervientemente que se resuelva pronto y en paz, tenemos que prever todos los escenarios posibles. Y saber que sean los que sean los resultados, debemos volver la vista y resolver en lo local la problemática de nuestros campesinos.

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