AGOSTO 2018 - HUELLA, EL PERIÓDICO DE VILLA DE LEYVA







REMEMBRANZAS
Por Guillermo Torres Mojica
Los que hemos tenido la oportunidad de contemplar la transformación de Villa de Leyva en los últimos cuarenta años, no podemos dejar de reflexionar en lo que esto ha representado para nuestras vidas. Parece que fue ayer cuando esa paradisíaca aldea blanca de calles empedradas techos de barro y ventanas verdes, solitaria y ensimismada, se semejaba a una de esas virginales doncellas campesinas del renacimiento. Bella, cándida, sencilla y hermosa como las granadas de sus patios solariegos. El olor de la leña de sus cocinas, donde las viandas eran preparadas con amor por matronas con delantales de flores y alpargatas tejidas. Los campesinos bajando por las lomas el día de mercado con sus cargas balanceadas en medio de risas, coplas y chismes veredales. Sus fiestas patronales repletas de sombreros, ruanas, velas y aguardiente; promeseros de la Virgencita del Carmen.
 Entre semana ese silencio parlante, tejiendo rumores monacales interrumpidos por el canto de la mirla blanca. La danza suave y sensual de los sauces a las orillas de las quebradas de agua cristalina. Allá arriba en la loma se divisaban las manadas de venados, dorados sus cuerpos bajo el sol, perdiéndose en los robledales ante cualquier movimiento en la distancia. Los ecos vibrantes de las campanadas de los diferentes conventos y sus iglesias, rebotando entre las calles solitarias, llamando al recogimiento y la contemplación. Los olores viajeros por el aire, de los amasijos heredados de los españoles. Las risas de las bandadas de estudiantes que a medio día atravesaban la plaza, jugando, molestando, recordando nuestras nostalgias e infancias. Los viejos serios y ceremoniosos con sus sombreros de fieltro, sus bastones y caminar lento entre los pedregales de la Villa. Su única tienda de la plaza, donde las génovas, las mogollas resobadas, los quesillos y bocadillos eran la merienda de pobres y ricos. Eso sí que no faltara, el aguardiente de hierbas, la cerveza y la chicha sacada detrás del zarzo. Otros tiempos, otras vidas, otro siglo, el XX, pasajero, llegando a sus finales, anunciando cambios y transformaciones.
Y entonces el inicio del cambio. Poco a poco fuimos llegando, unos de un lado otros de otro, la nueva gente, enamorados  románticos, de esta isla de paz, de esta maravilla, descubierta en medio del desmadre de las nuevas urbes. Poetas, escritores, artistas artesanos de la vida, convencidos de haber encontrado el nuevo cielo, la nueva tierra, el nuevo paraíso. Y sí. Así fue. Descubrimos no solo una nueva tierra una nueva frontera sino una nueva gente. Gente bella, sencilla, amable, confiada, pero orgullosa, consciente de sus ancestros señoriales e indígenas. Los blasones de su sangre, esculpidos en las paredes y los claustros. Así se inició esa simbiosis, esa amalgama de saberes, de tradiciones. Ese tejido de seres encontrados en intereses compartidos; en el amor a una tierra bendita que se gestó para ser apreciada, conservada, protegida y amada. Y aquí nos quedamos, detenidos en la inmortalidad de la poética invisible, inmersos en sus cielos azules, abrazados por sus soles suaves, cálidos y acariciantes. Nos volvimos uno con sus gentes, abrazamos sus triunfos y preocupaciones, construimos sueños colectivos, reconstruimos saberes, patrimonios, identidades. Ayudamos a dar a luz a esa nueva Villa de Leyva del milenio nuevo. Te amamos Villa de Leyva.


IV FESTIVAL  VILLA DEL CINE
Los cuatro años del Festival Villa del Cine representan la continuidad de un trabajo realizado con mucho amor y dedicación. Los esfuerzos de los organizadores por avanzar cada vez más en la búsqueda de sus objetivos; la participación y sentido de pertenencia de un grupo representativo del cine nacional, su interés principal de incluir e influir en las nuevas generaciones en el contacto con el séptimo arte; la competencia en se que premia a los mejores cortometrajes en las categorías escolar, profesional y aficionado; y el cumplimiento con el público en los programas y eventos académicos, ha posicionado este novel festival entre  los más apetecidos, tanto en el espacio local como en la comunidad de cineastas nacionales.

Es de relevar el trabajo de todo el año que cumple el festival en las escuelas rurales y urbanas con sus talleres y producción de cortometrajes. Trabajo muy interesante que ha producido grandes resultados con trabajos de muy buena calidad creados y producidos por los niños.
Entre los cortometrajes nacionales que ya están confirmados se destacan:
Mariposas Verdes del Director Gustavo Nieto Roa; Rodrigo D no futuro, productor Carlos Gguerrero; Sal, del productor Oscar Ruiz Navia; El Culebrero, del Director Nicolás Casanova; Matar a Jesús, de Laura Mora; Modelo Estéreo, del Director Mario Grande; La tierra de Agua, de la Productora Natalia Suárez; entre otros.
Información e inscripciones: 
1. Formación con talleristas de la industria cinematográfica. Acreditación $30.000. Inscripción en pagina web 
2. Competencia inscripción en página web hasta el 15 de agosto con precio estandar y tardía hasta el 30 de agosto Escolares. Apasionados y nacionales.
3. Exhibición de cortometrajes y largometrajes.  Gratuita para el público en general. Teatro Municipal, Plaza Mayor y espacios alternos.
 Entre el 27 y 30 de septiembre el Festival tendrá reunión de apertura y fiesta de cierre, traera la experiencia de cámara oscura gigante.  La acreditación da derecho a todo, formación y reuniones. Para información de  acreditación e inscripción de cortometrajes en www.villadelcine.com