Huella histórica

VILLA DE LEIVA PUEBLO DE RAICES MILENARIAS
Por JAVIER OCAMPO LOPEZ
Presidente Academia Boyacense de Historia

Cortesía de Germán Zubieta, Promotor de la Tertulia de Villa de Leyva

Hablar de Villa de Leiva es destacar la presencia de una urbe única en el mundo caracterizada por sus raíces milenarias paleontológicas, arqueológicas, históricas y turísticas que señalan la unidad del devenir de un pueblo cuya mentalidad cíclica sincroniza el pasado con el presente y ofrece líneas tendenciales hacia su futuro de gran desarrollo y prosperidad. Un pueblo cuya unicidad en el panorama mundial, es orgullo de Boyacá y de Colombia.
Villa de Leiva se encuentra localizada a los 5°36’ de Latitud norte y a los 73°32’ de longitud occidental. Su altitud media es de 2.143 metros sobre el nivel del mar, con una temperatura media de 17° centígrados. Su área municipal es de 112kms2; limita por el oriente con Chíquiza y San Pedro de Iguaque, por el sur con Sáchica, por el occidente con Sutamarchán y Santa Sofía y por el norte con Gachantivá y Arcabuco.
1. Las raíces geológicas y paleontológicas. Las investigaciones geológicas en las tierras de Villa de Leiva y regiones circunvecinas, señalan la existencia hace millones de años de un gran Mar Cretácico en la Era Mesozoica o Secundaria, el cual se extendía hasta las costas de Venezuela. Restos de este mar son los fósiles de algas, peces, trilobites, amonites, plantas y animales de diversas especies que han llenado los museos geológicos y paleontológicos de Colombia y el mundo en la misma forma, ha atraído a numerosos turistas que llegan a Villa de Leiva. El Cretácico de la Era Mesozoica o Secundaria ocurrió hace 135 millones de años, se caracterizó por la presencia de grandes reptiles gigantes terrestres y marinos y por la extinción de los dinosaurios. Una especie de ellos, los kronosaurios, cuyos fósiles encontramos en los alrededores de Villa de Leiva se extinguieron hace unos 110 millones de años. Estos animales prehistóricos desaparecieron a finales del Cretácico, ellos se caracterizaron por su cuerpo macizo terminado por una cola larga y precedido por un largo cuello y una cabeza pequeña, con cavidad cerebral muy exigua, columna vertebral salida y sacro con numerosas vértebras. Algunos llegaron a los 30 metros de longitud. Cerca de las ruinas de Monquirá se encuentra el fósil del Cronosaurio, el cual es visitado frecuentemente por los turistas; en la misma forma, se encuentran vestigios en el Museo Paleontológico que se localiza en la vía hacia Arcabuco y en el Museo particular del Dr. Germán Zubieta Barrera.
2. Lar raíces arqueológicas. La Cultura del Infiernito. Los primeros pobladores de Villa de Leiva aparecieron en estas tierras hace alrededor de tres mil años, en la misma época cuando se manifestaba la Cultura Megalítica de San Agustín en el Macizo Colombiano y las Culturas Olmeca en México y Chavin de Huántar en el Perú. Las investigaciones realizadas por el Dr Eliécer Silva Celis en la vereda de Monquirá en Villa de Leiva, en las que tradicionalmente se han llamado “Columnas del Infiernito” y que corresponden a un monumento solar en piedra para sus observaciones astronómicas y meteorológicas, señalan la presencia de un pueblo de cultura preclásica en Villa de Leiva, anterior a la llegada de los Muiscas al Altiplano Boyacense.
El centro solar del Infiernito está conformado por 25 columnas cilíndricas alineadas en dirección Este-Oeste, con las cuales, el día del solsticio de verano se ve salir el sol exactamente sobra la laguna de Iguaque, en donde según el mito chibcha, emergió la diosa Bachué, madre primigenia de los Chibchas. Alrededor del monumento central se encuentran numerosas columnas cilíndricas, algunas de las cuales manifiestan motivos fálicos, símbolos de la fertilidad. Las observaciones astronómicas y meteorológicas en el monumento solar de Villa de Leiva están en relación con el período de lluvias que sigue después del solsticio. Un dato importante para la iniciación de las siembras en el calendario agrícola indígena.
Según algunas hipótesis, a la llegada de los Muiscas ya existían las ruinas del Infiernito, lo que señala la posibilidad de una destrucción por motivos guerreros. Sabemos también por los cronistas que en el llamado Valle de Saquencipá en donde se fundó a Villa de Leiva, existieron numerosos cacicazgos chibchas, inclusive, algunos independientes como el de Tinjacá, por ello esta región fue área de Encomiendas en los mediados del siglo XVI. En la región existieron las encomiendas de Monquirá, Chíquiza, Iguaque, Tibaquira, Sáchica, Suta, Yuca, Ráquira, Tinjacá, Samacá, Tijo, Viracacha, Sasa, Chausa, Foaca y otras.
3. Las raíces hispánicas. Fundación de la Villa de Leiva de Nuestra Señora de Santa María de Leiva. El Presidente Don Andrés Díaz Venero de Leiva, quien en 1572 visitó a la ciudad de Tunja, mandó fundar una villa para que diera ocupación a las gentes y se convirtiera en un lugar de paz y de tranquilidad en la Provincia de Tunja. Fue comisionado el Contador Don Juan de Otálora para que seleccionara el lugar en el Valle de Saquencipá. El Jueves 12 de junio de 1572 los señores Capitán Hernán Suárez de Villalobos, Miguel Sánchez, Francisco Ruiz Cabeza de Vaca este último Escribano y Notario Público del Cabildo de Tunja, firmaron el Acta de Fundación de la Villa de Nuestra Señora de Santa María de Leiva. Su fundador, el presidente Andrés Díaz Venero de Leiva consideró importante fundar allí una Villa, categoría que se daba a un pueblo distinguido en una región. Se asignaron a Villa de Leiva los caseríos y doctrinas de Saquencipá, Gachantivá, Arcabuco, Monquirá, Sáchica, Socotá, Suta, Ráquira, Tinjacá, Iguaque y Chiquinquirá. El patrono religioso de Villa de Leiva fue designado según el Acta de fundación, San Antonio de Padua.
El Contador Don Juan de Otálora aparece como el personaje que hizo la organización de la Villa: señaló los ejidos, hizo la repartición de solares y convocó a los vecinos el 29 de enero de 1572 para iniciar la construcción de la Iglesia con la ayuda de los caciques de los pueblos circunvecinos.
Villa de Leiva se convirtió en la época colonial en un lugar de atracción por diversos motivos y principalmente por la atracción para la explotación de las minas de plata que según los estudios, existen en el cerro que domina la región. En una carta del Corregidor de Tunja, fechada en 1614 dice que en el cerro que llaman San Salvador en Villa de Leiva se encuentran las minas de plata que acuden a onzas por quintal. La plata se explotó según tradiciones, se hicieron en Villa de Leiva numerosos objetos para el servicio religioso; estas minas pertenecieron al Convento de las Concepcionistas de Tunja. Debido a la carestía del azogue para el tratamiento de la plata, fracasó la explotación de la plata en Villa de Leiva, que según parecía, quería convertirse en un lugar semejante a Taxco en México, que surgió y aún vive de la explotación de la plata.
Otro atractivo de Villa de Leiva en la época colonial fue su privilegio para la paz y el descanso, lo cual motivó a las Comunidades religiosas para fundar sus conventos en Villa de Leiva. En 1642 el rey Felipe IV expidió una real cédula que creó el Convento de las Monjas Carmelitas en Villa de Leiva, este convento se inició en abril de 1645 con seis religiosas carmelitas. En 1620 los Dominicos fundaron el Convento de Santo Ecce-Homo cerca de Villa de Leiva en la encomienda de Don Juan Mayorga, quien mediante escritura hizo la donanción a favor de los Dominicos de los aposentos, la capilla y el famoso cuadro del Ecce-Homo. En dicho lugar, los Dominicos erigieron el Monasterio, el cual consta de Iglesia, convento y cementerio, convirtiéndose desde entonces en un centro de irradiación religiosa y social en Villa de Leiva. Los Agustinos fundaron a fines del siglo XVI el Convento de San Agustín en Villa de Leiva, el cual fue auspiciado por Fray Vicente de Requexada, el primer cura párroco que tuvo Tunja y quien dejó sus bienes en Villa de Leiva, para construir el convento agustino. Los franciscanos construyeron también su convento en Villa de Leiva en 1614. La Orden de los Hospitalarios de San Juan de Dios se estableció en Villa de Leiva en 1638 y se encargaron del Hospital llamado Nuestra Señora de Monserrate.
El pueblo de Villa de Leyva se convirtió en una ciudad religiosa de conventos y templos en el lugar privilegiado de descanso para los presidentes, virreyes, oidores y la encopetada aristocracia neogranadina que consideraba a la Villa como la ciudad del descanso, la meditación y la paz.
4. Las raíces republicanas. Villa de Leiva se convirtió en los finales del Siglo XVIII y primeras décadas del XIX en una verdadera Villa republicana, meca del patriotismo capital de las Provincias Unidas cuando se instaló allí el Congreso Nacional. Su patriotismo surge en el Movimiento de los Comuneros cuando los villaleivanos secundaron la insurrección y enviaron sus gentes a Zipaquirá al mando de Don José Neira y Páez.
Un segundo ambiente de rebeldía apareció en la Revolución de Independencia, cuando Villa de Leyva, el 5 de junio de 1811 se separó de Tunja y reconoció el gobierno de Santafé de Bogotá por su legítima autoridad, en aquella lucha entre federalistas y centralistas. El Congreso de las Provincias Unidas bajo la presidencia del Dr. Camilo Torres, después de Armisticio de Santa Rosa de Viterbo, se trasladó a Villa de Leiva e inició sus actividades el 4 de octubre de 1812; así se convirtió la Villa en la Capital de las Provincias Unidas del Nuevo Reino de Granada. El Congreso se reunió en Villa de Leiva hasta finales de noviembre de 1812, cuando se trasladó a Tunja.
El Capitán Antonio Ricaurte y Lozano nació en Villa de Leiva el 10 de junio de 1786, conocido como el “Héroe de San Mateo. El héroe Ricaurte ante el ataque de las fuerzas realistas de Boves puso fuego a la pólvora, sacrificando así su vida por la patria. Con esta heroica acción se obtuvo el triunfo en las tierras venezolanas, pues los españoles después de perder 800 soldados, se retiraron del campo. Otro de los héroes de la región fue el General Juan José Neira (1793-1841) nacido en Monquirá en el molino del Cárcamo, cerca de Villa de Leiva. Se destacó en la Guerra de Independencia como jefe de la Guerrilla patriota en los Llanos de Casanare y en la Guerrilla de los Almeida en Chocontá, las cuales fueron decisivas para el triunfo patriota en el altiplano cundiboyacense.
En Villa de Leiva murió el General Don Antonio Nariño en 1823. Después del Congreso de 1823, el General Nariño, con problemas de salud y desilusiones políticas se trasladó a Villa de Leiva en búsqueda de reposo y buen clima. En la Villa murió el Precursor el 13 de diciembre de 1823, allí expresó su célebre frase: “Amé a mi patria; cuánto fue ese amor, lo dirá algún día la historia. No tengo que dejar a mis hijos sino mi recuerdo; a mi patria le dejo mis cenizas”. Fue enterrado en la iglesia de San Agustín y posteriormente trasladado a Bogotá.
Villa de Leiva se convirtió en la ciudad criolla de abolengos coloniales y republicanos. En ella, el cronista Don Juan de Castellanos escribió su célebre obra “Elegías de Varones Ilustres de Indias” y construyó su casona que hoy restaurada por la Fundación del Banco de la República es uno de los grandes monumentos arquitectónicos de la Villa. Son también dignos de atracción turística la Casa del Marqués de San Jorge, la Casa de la Real Fábrica de Licores, la casa del Molino de “La Mesopotamia”, la Casa en donde vivió el escritor José María Vargas Vila, la casa en donde nació el Capitán Antonio Ricaurte, la casa en donde murió el general Antonio Nariño, la casa en donde se reunió el Congreso de las Provincias Unidas de la Nueva Granada, la casa museo del Maestro Luis Alberto Acuña, la casa del General Gustavo Rojas Pinilla y los numerosos templos y conventos coloniales que son el orgullo artístico de Villa de Leiva y Boyacá en el panorama nacional.

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