CECILIA NAAR:
Del cubismo a la maestría del abstracto
Desde su descubrimiento como uno de los lugares más hermosos de Colombia, Villa de Leyva ha sido frecuentada por múltiples artistas que han encontrado en sus espacios la inspiración para su obra.
Actualmente un nutrido grupo de importantes pintores y artistas plásticos han llegado a continuar esa tradición, y seducidos por los encantos de la Villa, desde sus talleres recrean la experiencia vital. Dentro de éste cúmulo de cultores se encuentra una de las mujeres más importantes del arte contemporáneo colombiano: Cecilia Naar.
Esta Cartagenera desde muy joven se inició como pintora en la Academia de Bellas Artes de su ciudad, mostrando un talento excepcional, por lo cual fue invitada en el año 1977 a la importante sala de la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República a la muestra “Nuevos Maestros del Arte Colombiano”.
En aquella ocasión el tema de su pintura vanguardista se enmarcaba en el cubismo, (influenciada sin duda por uno de sus maestros David Manzur), mostrando sus dibujos de gran factura donde la belleza del trazo y delicadeza de los temas causaron buenos comentarios de la crítica. Dos años más tarde en el Museo de Arte Contemporáneo, en el Salón de Agosto, confirmaría su calidad y liderazgo dentro del grupo de jóvenes artistas del país.
Posteriormente, viaja a Estados Unidos donde se prepara en importantes academias de arte y asiste a clases privadas con profesores de alto nivel que le ayudan a contextualizar su trabajo y a encontrar nuevos horizontes. Y es precisamente en uno de esos talleres, bajo la tutela del Maestro Bruce Dorfman del Arts Student League en Nueva York donde encuentra la “iluminación” y su camino definitivo en el difícil y enigmático “arte abstracto”.
A partir de ese momento su obra adquiere gran trascendencia. Es invitada a participar en las más importantes exposiciones individuales y colectivas realizadas en el país del norte, convirtiéndose en un icono de las artistas femeninas latinoamericanas durante varias décadas. Es invitada a exponer en la famosa Galería Christie´s donde la entrevista la cadena WBTZ especializada en temas de arte contemporáneo. Su carrera artística se desenvuelve en los Estados Unidos sin que ello le impida mantener contacto con Cartagena su ciudad natal, donde algunos amigos artistas, en sus galerías la mantienen vigente en la distancia. En 1993 regresa a Cartagena con una exposición que dejaría huella en el arte nacional, “Oleos y Arenas”. La crítica local reconoce la importancia de su trabajo y la ubica como una de sus artistas preferidas.
Regresa nuevamente a Colombia en el 2006, siendo invitada a una exposición individual en el Museo de Arte Moderno de Cartagena donde su obra no solo sorprende sino reitera su maestría como pintora. “La obra de Cecilia Naar, impulsada por la abstracción, deja allí sus emociones, sus sentimientos, su temperamento, su manera de sentir y su percepción de la materia y los colores del agua, de la piedra, del infinito; en una creación muy cercana al mar, a la intensidad de la luz, a las emociones, sin separar los diferentes elementos, que llegan a una unidad y a un resultado creativo sorprendente.” Estas serían algunas de las palabras con que el reconocido crítico de arte colombiano, José María Amador, calificara su obra.
Pasan algunos años, Cecilia Naar regresa a Colombia para quedarse, llega a Cartagena, mas tarde a Bogotá y de allí a Villa de Leyva donde desde hace algo más de un año, cobijada por su mágico cielo, seducida por sus calles empedradas, sus muros con buganviles, sus techos ocres y las sensuales siluetas de sus montañas, continúa su propia búsqueda, en el infinito territorio de las bellas artes.

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